El poder de la música en la salud cardiovascular: ¿qué dice la ciencia?

17.02.2025

La música es un elemento universal en la vida humana. Su capacidad para generar emociones, relajarnos e incluso energizarnos es bien conocida. Desde tiempos antiguos, ha sido utilizada como un medio para aliviar el sufrimiento y mejorar el bienestar. En la antigua Grecia, por ejemplo, se reconocía su impacto en la salud y se empleaba como una forma de terapia para pacientes en diversas afecciones. Hoy en día, la evidencia científica respalda lo que la historia ya intuía: la música tiene múltiples efectos positivos en la salud cardiovascular.

Diversos estudios han demostrado que la música no solo influye en el estado anímico, sino que puede desempeñar un papel significativo en la recuperación de pacientes con patologías cardíacas. Un estudio publicado en el Journal of Cardiothoracic Surgery en 2020 evidenció que la terapia musical contribuyó a reducir el dolor, la ansiedad y la depresión en personas que se recuperaban de una cirugía de bypass coronario. Asimismo, investigaciones a largo plazo han revelado que aquellos pacientes que, tras sufrir un infarto, escuchaban 30 minutos de música diaria durante un período de siete años, experimentaron menos episodios de dolor torácico, reportaron niveles reducidos de ansiedad y mostraron una menor tasa de mortalidad de origen cardíaco en comparación con quienes no incorporaron la música en su rutina.

Por otro lado, un estudio de 2018 publicado en Scientific Reports sugiere que la música podría potenciar la eficacia de ciertos medicamentos antihipertensivos, contribuyendo a un mejor control de la presión arterial. Este hallazgo refuerza la noción de que la música no es solo un factor pasivo en la salud, sino que podría tener un papel modulador en procesos fisiológicos clave.

Existen distintas hipótesis que intentan explicar los mecanismos detrás de estos beneficios. Una teoría postula que la música actúa directamente sobre la regulación neuroendócrina, estimulando la liberación de sustancias que favorecen la disminución de la presión arterial y la estabilidad de los ritmos cardíacos. Otra perspectiva sostiene que el beneficio radica más bien en la influencia de la música sobre el comportamiento: al inducir estados de relajación y bienestar, favorece hábitos saludables como la reducción del estrés, la adherencia a tratamientos médicos y una mayor predisposición a la actividad física, todos ellos factores determinantes en la salud cardiovascular.

Más allá de la explicación biológica exacta, lo cierto es que la música se consolida como una herramienta complementaria en el cuidado del corazón. Incorporarla en la vida cotidiana puede ser un recurso accesible y eficaz para mejorar el bienestar cardiovascular, tanto en la prevención como en la recuperación de enfermedades.